Primer Jutba
Alabado sea Al-lah, Quien colma de bendiciones a Sus siervos y aparta de ellos muchas de las desgracias por Su misericordia. Le alabamos como corresponde a la majestuosidad de Su rostro y la grandiosidad de Su poderío. Atestiguo que no hay otra divinidad excepto Al-lah, Único, sin asociados. Sus promesas son inalterables, cuando Él decide algo nadie lo puede impedir, y Él es rápido en ajustar cuentas. Alabado sea Al-lah quien nos ha enseñado mediante la revelación cómo tratar a los demás, alabado sea Al-lah, quien hizo del buen trato a los demás una forma de adorarlo y de ganar su recompensa. Atestiguo que Muhammad es Su siervo y Mensajero; el líder de los creyentes, el ejemplo de los justos y el mejor de los educadores. ¡Al-lah! Bendice a Muhammad, su familia, sus compañeros y todos los que sigan su guía hasta el Día del Juicio Final.
Queridos hermanos, cuando se analizan los textos del Corán y la Sunna descubrimos que Al-lah, Altísimo sea, hizo que la fe, la piedad y la buena conducta y comportamiento fueran los signos de distinción entre las personas en esta y la otra vida. En ninguna parte de la revelación encontramos que sea el dinero, el origen, la fama, el poder y la posición política o económica a la que se pertenezca lo que haga mejor a una persona.
Dice Al-lah, Glorificado sea: {En verdad, el más honrado de vosotros ante Al-lah es el más piadoso.} [Corán 49:13]
Dijo el Profeta Muhammad, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam: “El mejor de ustedes es quien aprende el Corán y lo enseña”.
Dijo el Mensajero de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam: “El mejor de ustedes es quien busca alcanzar el bien y se protege del mal o de caer en él”.
Dijo el Enviado de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam: “El mejor de ustedes es quien mejor se comporte con su familia, y yo soy el que mejor comportamiento tengo con la familia”.
Dijo el Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam: “El mejor de ustedes en el Islam es el que se caracterizó por sus virtudes [antes del Islam], y después aprendió y comprendió la verdad”.
Le preguntaron en una ocasión al Profeta Muhammad, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam: “¿Quién es el mejor de todos nosotros?”, respondió: “El más piadosos de ustedes”. Le dijeron: “No nos referimos a eso”; dijo: “Entonces fue el Profeta José, el hijo de un Profeta de Al-lah, nieto de un Profeta de Al-lah y descendiente de Abraham”. Replicaron: “No es a eso a lo que nos referimos”; les dijo: “Si se refieren a los árabes, pues entonces, el mejor de todos es quien antes del Islam se caracterizaba por su buena conducta y sus virtudes, y una vez se hizo musulmán aprendió y comprendió bien su religión”.
Dijo el Mensajero de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam: “El mejor de todos ustedes es quien da de comer a quien lo necesita”.
Se le preguntó al Profeta Muhammad, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, sobre la mejor persona de todos, a lo que respondió: “Un hombre que lucha por la causa de Al-lah con sus bienes y su persona, se aleja de la vista de los demás para adorar a Al-lah y no hace daño a la gente”.
El Profeta Muhammad, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, se preocupaba bastante por definir los lineamientos con los que se deben tratar y respetar las personas entre sí, veamos algunos ejemplos:
Dijo: “Ciertamente Al-lah no mira su apariencia ni su dinero, pero sí ve sus obras y lo que hay en sus corazones”.
En una ocasión, el Profeta vio que uno de la “nobleza” árabe se sentía superior a los demás, a los débiles y pobres en especial, por su ascendencia, bienes y fortaleza; le dijo: “No ven que Al-lah los ayuda y los sustenta porque entre ustedes hay débiles y pobres”.
En otra ocasión, un hombre pasó frente al Profeta, quien estaba sentado con algunas personas, y el Profeta le preguntó a uno de los que lo acompañaba: “¿Qué opinas de esta persona (el que estaba pasando frente a ellos)?”, el hombre le respondió: “Es un noble, si quiere casarse lo haría sin mayor problema, pues cualquier mujer lo aceptaría; si alguien está en problemas y le pidiera ayuda como mediador y él aceptara, su mediación sería de utilidad, y cuando él habla todo mundo le escucha”. Al rato, pasó otra persona y el Mensajero de Al-lah le hizo la misma pregunta, pero esta vez dijo: “Este es pobre; si quisiera casarse le sería imposible, pues nadie lo aceptaría; de nada serviría que intermediara por otra persona, y si habla no es escuchado”. El Profeta Muhammad le dijo entonces: “Este último es mejor que el primero”.
Abu Dhar, que Al-lah esté complacido con él, reportó que el mensajero de Al-lah le preguntó: “Abu Dhar, ¿crees que la riqueza la representa la cantidad de bienes que se tenga?”, dijo: “Sí”. Luego le preguntó: “¿Crees que la pobreza signifique tener pocos bienes o nada?”, dijo: “Sí”. El Enviado de Al-lah dijo: “La riqueza es ser rico de corazón y la pobreza es ser pobre de corazón”.
Cuando enterraban a los Shuhada’ (Mártires) el Profeta Muhammad, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, preguntaba sobre cuál de ellos era el que más Corán memorizaba, para enterrarlo primero y en el mejor puesto de todos.
El Profeta Muhammad solía hacer la siguiente súplica: “¡Oh Al-lah! haz que viva y muera siendo pobre, y resucítame junto con los pobres el día de la resurrección”.
Dijo el Profeta Muhammad: “Los pobres de los Muhayirin (los que emigraron de Meca hacia Medina) aventajarán a los ricos en entrar al Paraíso por una distancia enorme”.
El Mensajero de Al-lah escogió para dirigir a un grupo de sus Sahabah, a los que había enviado en una misión, al más joven de ellos, por ser el que más memorizaba el Corán.
Cuando el Profeta Muhammad viajaba y dejaba Medina, le delegaba las funciones del gobierno a Ibn Um Maktum, quien era una persona pobre y ciega.
Siguiendo su ejemplo, sus Sahabas y los demás Salaf (antecesores justos y piadosos) trataban a la gente y la juzgaban de acuerdo a lo que su maestro y guía había establecido. Cuando Omar Ibn Al Jattab conquistó Persia, escogió a Salman Al Farisi como el gobernador de estas zonas. Igual hacía cuando repartía el dinero entre los musulmanes, siempre daba más a los que fueron más amados por el Profeta Muhammad y los más cercanos a él, luego a quienes guardaban en sus corazones (memorizaban) más partes del Corán y después a los demás. Y siempre decía: “Abu Bakr es el mejor de todos nosotros y quien liberó de la esclavitud a uno de los mejores de todos nosotros”, refiriéndose a Bilal, el etíope.
Cuando los primeros emigrantes llegaron a Quba’ (una zona cercana a Medina) sus asuntos eran decididos y guiado por Salim Mawla Abu Hudhaifah, quien fue esclavo, y cuando el Profeta Muhammad llegó a Medina, él seguía dirigiendo las oraciones en Quba’, y detrás de él rezaban en ocasiones los más grandes de los Sahabas, como Abu Bakr y Omar.
Los anteriormente mencionados son sólo unos pocos ejemplos de la forma en que el Islam estableció los parámetros con los que se tratan a los demás y se les valora, todos ellos lejos de la posición de la persona, su ascendencia y riqueza, aspectos que no son condenados en el Islam, pues no se promulga nada malo para una persona que los reúna; por el contrario, si alguien así es piadoso y humilde, la recompensa que se le ha prometido es muy grande.
Le pido a Dios perdón por nuestras faltas- Háganlo ustedes también.
Segundo Jutba
Queridos hermanos, el lazo que nos une a todos los humanos es la hermandad humana, porque nuestros padres originales fueron Adán y Eva; sin embargo, lo que más nos une y nos acerca a todos es la hermandad en la fe, la cual es una de las mayores bendiciones concedidas por Al-lah a la Nación Islámica (Ummah). Dice el Altísimo: {Aferraos todos a la religión de Al-lah y no os dividáis. Recordad la gracia de Al-lah al hermanaros, uniendo vuestros corazones después de haber sido enemigos unos de otros; y cuando os encontrasteis al borde de un abismo de fuego, os salvó de caer en él. Así os explica Al-lah Sus signos para que sigáis la guía.} [Corán 3:103] La anterior aleya es una prueba evidente del valor que debemos darle a la hermandad en la fe y la fidelidad que debemos a nuestros hermanos en el Islam, la cual se puede representar en las siguientes formas:
Ayudarlos de todas las formas que nos sean posibles, sea en asuntos relacionados con la religión o con la vida cotidiana, dice Al-lah, Glorificado sea: {Pero si os piden que les auxiliéis para preservar su religión, debéis hacerlo; salvo que se encuentren con quienes celebrasteis un pacto [de no agresión].} [Corán 3:103]
Sentir empatía por ellos, de tal manera que si algo les afecta, nos entristece; y si algo los alegra, nos hace felices. Dijo el profeta Muhammad, en un relato registrado por el Bujari: “El creyente es para con otro creyente como (las distintas partes de) un edificio: una parte refuerza a la otra”, y luego entrecruzó los dedos de sus manos.
Desearles siempre el bien, en Bujari y Muslim encontramos que el Mensajero de Al-lah dijo: “Ninguno de ustedes completará su fe hasta que desee el bien para su hermano en la fe como lo desea para sí mismo”; y también dijo: “No se odien, no se enemisten, no deseen las cosas de los otros, y sean, ¡oh siervos de Al-lah!, hermanos”.
Respetarlos y no burlase de ellos por más que tengan algún defecto, dice Al-lah, Todopoderoso: {¡Oh, creyentes! No os burléis de vuestros hermanos, pues es posible que sean mejores que vosotros. Que las mujeres no se burlen de otras mujeres, pues es posible que sean mejores que ellas. No os difaméis ni os pongáis apodos ofensivos. ¡Qué malo es comportarse como un corrupto [difamando y poniendo apodos ofensivos] luego de haber sido agraciado con la fe! Y sabed que quienes no se arrepientan [de sus pecados] serán inicuos.} [Corán 49:11]
Reunirse con ellos, visitarlos y acompañarlos lo más que se pueda.
Respetar sus derechos, sus pactos y compromisos. Dijo el Profeta Muhammad: “No le quiten la venta a un hermano ni la mujer con la que él ya se ha comprometido”.
Suplicar por ellos. Dijo Al-lah, Alabado sea: {…e implora el perdón de tus faltas y la de los creyentes y las creyentes}. [Corán 47:19]
Lastimosamente muchos de nuestros hermanos han olvidado estos principios, y en vez de cuidar de sus hermanos en la fe, buscan dañarles de todas las formas posibles. Le pedimos a Al-lah que guíe hacia el buen camino a quien tenga esta actitud y que nos proteja de todo mal.
El Profeta Muhammad, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, además de establecer los lineamientos para saber cómo se debe juzgar a la gente y tratar con ella, formuló los que deben aplicarse en el trato hacia los no musulmanes, los cuales están lejos de sentimientos de desprecio y odio hacia ellos; pero lo que sí es bien claro al respecto es que no se debe seguir sus creencias para nada, y lo mismo con sus costumbres y conductas, si estas son contrarias a lo que el Islam expone. Al respecto dijo el Mensajero de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam: “Quien imita las costumbres de un grupo de personas, es como ellos”; “Quien imita las costumbres no islámicas, no es de los nuestros”; y en otros Hadices nos ordenó contradecir las costumbres que emanan de la incredulidad.
Lo anterior se refiere a los no musulmanes de forma general, pues en referencia a aquellos que agreden a los musulmanes directa o indirectamente dice Al-lah, el Omnisapiente: {No verás a aquellos que creen en Al-lah y el Día del Juicio amar [y aliarse] a quienes combaten a Al-lah y a Su Mensajero.} [Corán 58:22]
Una de las principales reglas que el Islam establece para el trato con la gente, es que la razón por la que nos relacionamos con los demás no debe ser nada concerniente a algún tipo de interés material; el Profeta Muhammad, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, lo aclaró cuando dijo: “Sólo se debe amar a la gente por Al-lah”. Además, en el Islam sólo se aprecia lo que agrada a Al-lah y se rechaza todo lo que Le desagrada. Si en el mundo esta regla estuviera presente en el trato mutuo entre la gente, no habría injusticia y todos los derechos serían respetados.
El amor fraternal entre los musulmanes tiene muchos beneficios, no sólo terrenales, sino que también será recompensado en la otra vida, como el hecho de que las personas que se amaron fraternalmente por Al-lah serán cubiertos con la sombra del Trono de Al-lah el día en el que no habrá más sombra que esta; pero lo más importante es que nos hace merecedores del amor de Al-lah. En un Hadiz registrado por Muslim encontramos: “Un hombre fue a visitar a su hermano en otro pueblo. Entonces, Al-lah envió un ángel para que lo esperase en el camino. Cuando llegó a él, le preguntó (el ángel): ‘¿Adónde quieres ir?’ Contestó: ‘Quiero visitar a mi hermano en este pueblo’. Le dijo: ‘¿Acaso le has hecho algún favor (y quieres que te lo devuelva)?’ Dijo: ‘No, sino que yo lo amo por Al-lah, Exaltado y Majestuoso’. El ángel, quien había tomado forma humana, le dijo: ‘Pues yo soy un mensajero de Al-lah para informarte que Al-lah te ama, así como tú lo amas a él’”.
Pidan bendiciones por el Profeta Muhammad, tal como Dios se lo ordena: {Ciertamente Al-lah y Sus Ángeles bendicen al Profeta. ¡Oh, creyentes! Pidan bendiciones y paz por él.} [Corán 33:56]
¡Oh Al-lah! Me refugio en Ti de desviarme o ser desviado, de equivocarme o de que me precipite en el error, de oprimir y ser oprimido, de ser ignorante o que sean ignorantes conmigo.
¡Oh Al-lah! Tú eres el Soberano, no existe dios excepto Tú. Tú eres mi Señor y yo soy tu siervo. He sido injusto con mi alma, reconozco mis pecados, perdona todas mis culpas, y mis faltas porque nadie perdona los pecados sino Tú. Guíame hacia los mejores modales, no guía a ellos sino Tú. Aleja de mí las malas obras, no las aleja sino Tú.
¡Oh Al-lah! Perdóname tanto los pecados que cometí como lo que dejé de hacer, y aquellos que haya cometido en secreto y públicamente, y lo que haya malgastado, como también de aquellas cosas que Tú bien sabes de mí.