Primer Jutba
Alabado sea Al-lah, Señor del Universo. Le glorificamos, Le pedimos perdón por nuestros pecados y a Él nos encomendamos. Nos refugiamos en Al-lah del mal que existe en nuestras propias almas y de los perjuicios de nuestras malas acciones. A quien Al-lah guía nadie puede desviar y a quien extravía nadie puede guiar. Atestiguamos que no hay otra divinidad excepto Al-lah, Único, Quien no tiene copartícipe alguno. Atestiguamos que Muhammad es Su siervo y Mensajero. Alabado sea Al-lah quien creó al hombre y la mujer, alabado sea aquél quien honró a la mujer y la hizo digna.
Musulmanes, el tema que trataremos a continuación ha sido una de las cuestiones más controversiales que ha preocupado a la humanidad en el pasado y continúa haciéndolo en la actualidad, y por la cual se ha acusado injustamente al Islam de ser atrasado y arcaico. Este es un asunto del cual se han valido los corruptos, perversos e injustos para desviar a la gente del camino de Al-lah con sus intrigas y mentiras. Se trata de la mujer y su posición en el Islam y entre los musulmanes.
Este es un tema que no podemos abordar sin antes echar un rápido vistazo a la situación de la mujer en la era preislámica y las demás naciones y civilizaciones. En la época antes del Islam, conocida como la Yahilia (ignorancia), la mujer era considerada como una mercancía dañada y sin valor, por lo que cuando a alguien le nacía una mujer, su vergüenza era tal que no tenía más que dos opciones: vivir con la deshonra y odiando a su hija por el “mal” ficticio que le representaba, o matarla de la forma más cruel, enterrándola viva. Al-lah mencionó y denunció esta horrible costumbre cuando dijo: {Cuando se le anuncia a uno de ellos [el nacimiento de] una niña, se refleja en su rostro la aflicción y la angustia, por lo que se le ha anunciado se esconde de la gente avergonzado y duda si la dejará vivir a pesar de su deshonra o la enterrará viva. ¡Qué pésimo lo que hacen!} [Corán 16:58-59] También, nos ha informado que estas niñas, con las que se cometió semejante crimen e injusticia, ajustarán cuentas con sus verdugos el día del juicio, dice el Corán: {Cuando se le pregunte a las niñas que fueron enterradas vivas, por qué pecado las mataron.} [Corán 81:8-9]
Si de pequeñas las dejaban vivir, cuando se hacían grandes las humillaban y maltrataban, no les daban lo que les correspondía de la herencia cuando un familiar cercano moría, sino que, por el contrario, ellas eran parte de la herencia que se repartía sólo entre los hombres. Ibn ‘Abbas mencionó al respecto: “Si alguno de los herederos quería casarse con ellas, lo hacía; sino, la daban en matrimonio a quien ellos querían o la mantenían soltera; ellos tenían más derecho sobre ellas que sus propias familias, así que fue revelada la aleya: {¡Oh, creyentes! No es lícito tomar a las mujeres como objeto de herencia, ni impedirles o forzarlas a que vuelvan a casarse.} [Corán 4:19]” [Bujari]
En ese tiempo no existía un límite en el número de mujeres con las que un hombre podía casarse, además no había justicia para con ninguna de ellas; pero con la llegada del Islam se estableció un máximo de cuatro esposas bajo la condición de lograr ser justos con todas ellas, dice Al-lah: {Casaos con otras mujeres que os gusten: dos, tres o cuatro. Pero si teméis no ser justos, casaos con una sola.} [Corán 4:3] (El tema de la poligamia no debe ser juzgado o tomado a la ligera, por eso pedimos a nuestros hermanos y hermanas que si tienen alguna duda al respecto, les pidan a los conocedores del tema una explicación y, por favor, no se dejen llevar por la ignorancia; pues, como musulmanes, debemos saber que si Al-lah decretó algún asunto es por el bien de toda la humanidad.)
Lo mismo sucedía con el periodo de espera para la mujer que enviudaba antes de poder casarse de nuevo, eso si sus familiares se lo permitían, o la cantidad de veces que un hombre podía divorciar a su esposa y anular el divorcio. Finalmente, Al-lah estableció el Islam para que aboliera todo tipo de injusticia y humillación en contra de la mujer.
No hace falta profundizar mucho en el tema respecto a cómo se trataba a la mujer en las demás regiones del mundo, basta mencionar que hasta hace apenas un siglo y medio se seguía discutiendo en Occidente si la mujer tenía la misma esencia que la del hombre, el alma humana, o si era de carácter animal o demoníaco; sin olvidar que hasta nuestros días se la sigue acusando de haber sido ella la causante de la mayor desgracia ocurrida al hombre: la expulsión del Paraíso.
Pero hace más de 14 siglos las cosas cambiaron totalmente para la mujer con la llegada del Islam, fue liberada de la opresión en la que vivía y enaltecida, estableciendo para ella los derechos que le habían sido negados y la igualdad en esencia con el hombre en los derechos y obligaciones; claro, respetando siempre la naturaleza de cada uno y sus particularidades. También, se instauró que el Halal y el Haram (lo lícito y lo ilícito) son lo mismo para ambos sexos, por tanto, los dos son merecedores de la misma recompensa y castigo por sus acciones en esta y la otra vida. Al respecto dice Al-lah: {Al creyente que obre rectamente, sea varón o mujer, le concederemos una vida buena y le multiplicaremos la recompensa de sus obras.} [Corán 16:97], y dijo: {Al-lah les tiene reservado Su perdón y una gran recompensa a los musulmanes y a las musulmanas, a los creyentes y a las creyentes, a los piadosos y a las piadosas, a los justos y a las justas, a los pacientes y a las pacientes, a los humildes y a las humildes, a aquellos y aquellas que hacen caridades, a los ayunadores y a las ayunadoras, a los pudorosos y a las pudorosas, y a aquellos y aquellas que recuerdan frecuentemente a Al-lah.} [Corán 16:97]
El Islam reconoce las diferencias naturales evidentes que existen entre hombres y mujeres de manera justa, y en base a ellas ha dispuesto una serie de preceptos en cuanto a las obligaciones y el tratamiento de cada uno; por ejemplo, el hombre tiene el deber de hacerse cargo de los gastos materiales del hogar, la mujer no tiene que usar sus bienes en los gastos que demanden su manutención, por más que ella tenga el dinero suficiente o sea más rica que su esposo. Por esta razón, dice Al-lah, el Omnisapiente: {Los hombres están a cargo de las mujeres debido a la preferencia que Al-lah ha tenido con ellos, y deben mantenerlas con sus bienes.} [Corán 4:34], {Y los hombres tienen un grado superior al de ellas [porque en ellos cae la responsabilidad de mantener el hogar].} [Corán 2:228] y {A los varones les corresponde una parte de lo que los padres y parientes más cercanos dejaren, y para las mujeres otra parte de lo que los padres y parientes más cercanos dejaren. Fuere poco o mucho, les corresponde una parte determinada de la herencia.}
[Corán 4:7]
El Islam estableció, por primera vez en la historia de la humanidad, los derechos que mencionamos con antelación y muchísimos más, como el derecho a poseer bienes (la propiedad privada) y hacer con ellos lo que disponga, claro, sin que sean invertidos en algo prohibido o caer en el derroche y la extravagancia; también le dio la libertad de escoger cuándo y con quién casarse, por lo que no se la puede obligar a contraer matrimonio. Así mismo, ofrece el mejor de los medios para evitar que la mujer sea convertida en una mercancía y objeto de exhibición para el deleite de los hombres, protegiéndola de la indecencia, de la maldad y de la transgresión, por medio del Hiyab, forma de vestir, que no es un impedimento para que ella estudie o incluso trabaje, siempre que cumpla con los requerimientos que el Islam ha establecido sobre la forma de vestir y desenvolverse ante los demás; además, hay que tomar en cuenta que el hombre también tiene restricciones en cuanto a su vestimenta ante gente ajena.
Uno de los tantos factores que nos demuestran la importancia que la mujer tiene en el Islam, es el hecho de que en el Jutba de la despedida el Profeta Muhammad, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, dedicó un aparte para referirse a las mujeres y pedirles a los hombres que las trataran bien, dijo: “Teman a Al-lah en la forma como tratan a las mujeres, pues ellas están bajo su responsabilidad”.
Después de haber mencionado la maravillosa forma en que el Islam honra a la mujer, debemos hacer una pausa y detenernos para analizar su situación en las sociedades que alegan que la han liberado, que le dan todos sus derechos y que acusan falsamente a nuestra religión de atraso y maltrato hacía ella.
En estas sociedades “liberales” la mujer se ha deshumanizado y se ha convertido en una mercancía que se usa y bota cuando y como se quiera. Se le ha negado el derecho a desarrollar su naturaleza y complementarla, porque se la ha privado de la protección y seguridad de su familia a la que tiene derecho. Como desde muy joven es abandonada y obligada a que se mantenga a sí misma, está expuesta a que se abuse de ella y sea utilizada. Uno de los medios a los que más recurren los publicistas para exhibir algún producto es la mujer, hasta para vender un tornillo se muestra a una mujer casi desnuda, esa no puede ser la razón de la existencia de la mujer, por más que quieran convencernos de que eso es modernidad y libertad. Todo lo contrario, la mujer ha sido esclavizada, sea para el deleite del hombre, quien −como en la era preislámica− tiene todas las mujeres que quiere sin que se responsabilice por ninguna de ellas, o para que gaste todo lo que tenga en vanidad; además, el maltrato y el abuso hacia su persona va en incremento en los países desarrollados y/o en vías de desarrollo, cuya religión no es el Islam, entonces, ¿qué está pasando?
Al negársele lo que por naturaleza le corresponde se la ha sacado de su ambiente; los hijos ya no son criados en ambientes familiares sanos, sino que son atendidos por extraños cuyo interés es ganar dinero. Su privacidad y pudor han sido violados, no se respeta sus sentimientos y se la ha engañado haciéndole creer que para ser libre tiene que ser idéntica al hombre, por lo que se ha generado una batalla entre ambos sexos en la que se busca que uno sea el que domine al otro.
Lo peor de todo esto es que nos encontramos con musulmanes y musulmanas que, pese a que ven la lamentable situación de la mujer en el mundo no musulmán, defienden a capa y espada las teorías e ideas respecto a la igualdad y la libertad, que han demostrado ser la causa del sufrimiento de la mujer en el mundo “moderno”. Al respecto dice Al-lah: {Así dijeron quienes les precedieron; sus corazones se semejan. Hemos evidenciado los signos a quienes creen con certeza.} [Corán 2:118]. Ellos repiten como loros lo que los otros dicen, sin entender siquiera las palabras que salen de sus bocas.
Le pido a Dios perdón por nuestras faltas. Háganlo ustedes también.
Segundo Jutba
¡Hermanos! El hecho de que hayamos mencionado que en las sociedades no musulmanas la situación de la mujer es pésima, no quiere decir que en las sociedades de los musulmanes las cosas estén mejor, pues lastimosamente los mismos musulmanes se han alejado de los principios establecidos por el Islam y han adoptado costumbres y filosofías totalmente ajenas a lo establecido por nuestra religión. Esto ha generado que se haya llegado al punto de ser injustos no sólo con las mujeres, sino con todas las personas.
Vemos hoy en día cómo muchas musulmanas han abandonado el Hiyab y han adoptado la idea de que entre más muestren de sus cuerpos más libres y modernas son. Por otro lado, sus padres, hermano y esposos están convencidos de que no hay nada de malo en que ellas muestren sus encantos, exponiéndolas así a los mismos peligros a los que las mujeres en otras sociedades están expuestas.
Hermanos y hermanas, la virtud que tiene la crianza de las hijas con amor y educándolas en el Islam es tal, que su recompensa no es otra sino la protección contra el Infierno y la entrada al Paraíso para quien cumple con esta tarea con paciencia y responsabilidad. Dijo el Profeta Muhammad, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam: “Quien tiene tres hijas y las educa correctamente, esto le servirá de protección contra el fuego” [Bujari]; y dijo también: “Quien tiene tres hijas, y las educa correctamente y es misericordioso con ellas, Dios le concederá el Paraíso”. Uno de los oyentes le preguntó: “¿Y si tiene sólo dos, Mensajero de Al-lah?” dijo: “También”. [Bujari]
Hermanos en la fe, les recuerdo la responsabilidad que tienen ante Al-lah, el Omnisapiente, de cumplir con la orden que estableció en el Corán cuando dijo: {Los hombres están a cargo de las mujeres.} [Corán 4:34], para que se concentren en la educación de las hijas y le den la importancia que esta se merece, de esa manera encontraremos todos la felicidad en esta vida y en la otra.
Abu Hurairah relató que Yibril (el ángel Gabriel) fue a ver al Profeta y le dijo: “¡Mensajero de Al-lah! Jadiyah viene hacia ti con un plato de alimento. Cuando llegue a ti, comunícale los saludos de su Señor y míos; y albríciale con una casa en el Paraíso hecha de Qasab, que no tendrá ruido alguno ni molestia alguna”. [Bujari] De este Hadiz destacamos que en el Islam tanto las mujeres como los hombres son recompensados por Al-lah por igual, en base a sus acciones y obras.
Hermanos y hermanas, de todo lo anterior podemos afirmar que el Islam es una religión grandiosa, maravillosa y completa, en la que cada quien tiene lo que por derecho le corresponde. No existe, en lo que Al-lah reveló o Su Profeta, vestigio alguno de injusticia en contra de cualquier ser, por el contrario, todas sus enseñanzas nos indican que el Islam es la religión que enaltece al ser humano, hombre y mujer por igual.
Por último, les recuerdo que teman a Al-lah, que recuerden la muerte y que se convenzan de que no hay dignidad para el ser humano sino a través del Islam.
Pidan bendiciones por el Profeta Muhammad, tal como Dios se lo ordena: {Ciertamente Al-lah y Sus Ángeles bendicen al Profeta. ¡Oh, creyentes! Pidan bendiciones y paz por él.} [Corán 33:56]
¡Oh Al-lah! Me refugio en Ti de desviarme o ser desviado, de equivocarme o de que me precipite en el error, de oprimir y ser oprimido, de ser ignorante o que sean ignorantes conmigo.
¡Oh Al-lah! Tú eres el Soberano, no existe dios excepto Tú. Tú eres mi Señor y yo soy tu siervo. He sido injusto con mi alma, reconozco mis pecados, perdona todas mis culpas, y mis faltas porque nadie perdona los pecados sino Tú. Guíame hacia los mejores modales, no guía a ellos sino Tú. Aleja de mí las malas obras, no las aleja sino Tú.
¡Oh Al-lah! Perdóname tanto los pecados que cometí como lo que dejé de hacer, y aquellos que haya cometido en secreto y públicamente, y lo que haya malgastado, como también de aquellas cosas que Tú bien sabes de mí.