Primer Jutba
Alabado sea Al-lah, Señor del universo. Lo glorificamos, Le pedimos perdón por nuestros pecados y a Él nos encomendamos. Nos refugiamos en Al-lah del mal que existe en nuestras propias almas y de los perjuicios de nuestras malas acciones. A quien Al-lah guía nadie puede desviar, y a quien extravía nadie puede guiar. Atestiguamos que nada ni nadie merece adoración sino Al-lah, Único, Quien no tiene copartícipe alguno. Atestiguamos que Muhammad es Su siervo y Mensajero. Alabado sea Al-lah, Quien salvó a Su Profeta Moisés y a sus seguidores del Faraón, alabado sea Aquél que nos hizo agradecidos con Su misericordia y legisló para nosotros el ayuno de un día grandioso.
Hoy hablaremos del ayuno del día de Ashura. Judíos y musulmanes recordamos el día en que Al-lah salvó a Musa (Moisés), la paz sea con él, y a su pueblo de las garras del Faraón. Este día lleva el nombre de Ashura que significa, tanto en hebreo como en árabe, “día décimo”.
Relató Ibn ‘Abbas, que Al-lah esté complacido con él, que el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, ayunó el día de Ashura – décimo día del mes de Muharram, primer mes del calendario lunar islámico– y prescribió ayunarlo a sus Sahaba, que Al-lah esté complacido con ellos.
Un día, el Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, se encontró con festejo y celebración el día de Ashura, entonces preguntó de qué se trataba, le respondió la gente que era el día en que Al-lah había salvado al pueblo de Israel del Faraón y les permitió salir bajo el mando de Moisés, la paz sea con él. Entonces, el Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, les dijo: “Pues nosotros tenemos más derecho a Moisés que ellos. Ayunen este día y el anterior y el posterior. Si sigo con vida para el año que viene ayunaré también el día noveno”. Pero, ¿qué hizo que el Profeta, la paz y bendiciones de Al-lah sean con él, legislara esta Sunna y nos diera una oportunidad más de entrar al Paraíso?
Se trata de la historia de la liberación de los Bani Isra’il y su salida de la tierra de la esclavitud, de la opresión y del alejamiento de la forma islámica de adoración exclusiva de Al-lah, Creador de los cielos y la tierra.
El hombre que protagonizó este milagroso suceso histórico fue Moisés, llamado Musa en el Corán, la paz sea con él, un Profeta y Mensajero de Al-lah, elegido especialmente para este rol.
Musa, la paz sea con él, fue un gran Profeta de Al-lah. Nació en Egipto hace aproximadamente 3400 años, era israelita y descendiente del Profeta Ibrahim (Abraham), la paz sea con él.
Antes que Musa naciera, el Faraón de Egipto, tirano cruel e idólatra, ordenó que mataran a todos los niños israelitas, porque le habían dicho que sería asesinado por uno de ellos. Pero Al-lah, Alabado sea, salvó a Musa, la paz sea con él, protegiéndolo cuando su madre lo puso en una canasta y lo dejó ir por el río Nilo para que no fuese encontrado por los soldados del Faraón. La esposa del Faraón encontró al bebé y, como no tenía hijos, convenció al Faraón para que lo adoptaran. Así, Musa fue criado en el palacio. Pero Al-lah hizo que la verdadera madre de Musa fuera contratada en el palacio como nodriza; así, su madre lo alimentó desde pequeño y le enseñó la creencia en un solo Dios.
Cuando Musa, la paz sea con él, ya era adulto, mató por accidente a un egipcio que estaba maltratando a una persona débil y tuvo que escapar, se quedó a vivir en Madian, en la zona del Sinaí; allí se casó y trabajó como pastor de animales. Un día, Al-lah le habló desde un arbusto en llamas y le ordenó que volviera a Egipto a liberar a los creyentes, él obedeció sin dudar porque era musulmán (pues se somete y obedece las órdenes de Al-lah), a pesar de que sabía lo peligroso que era regresar a Egipto.
Musa volvió a Egipto, y junto con su hermano, el Profeta Harun (Arón), la paz sea con él, fueron a ver al Faraón para decirle que Al-lah quería que dejara en libertad a los creyentes. Sin embargo, el Faraón era malvado y orgulloso, así que se negó y mandó a sus magos contra Musa, la paz sea con él; pero Al-lah hizo que Musa los venciera. Los magos, al ver el poder de Al-lah, creyeron en Él, y el Faraón los hizo matar por eso.
Musa, la paz sea con él, trató de convencer al Faraón de abandonar la idolatría para someterse a la voluntad del Señor y abandonar su terrible reclamo de divinización. Sin embargo, el Faraón se mantuvo terco sobre su atrevido reclamo. Entonces, Moisés, la paz sea con él, le solicitó permiso, por orden de Al-lah, para sacar de allí al pueblo de Israel. Como el Faraón se empeñaba en desobedecer el mandato de Al-lah y no dejaba en libertad a los israelitas, Al-lah mandó nueve plagas (castigos) contra él y su pueblo, hasta que el Faraón dejó ir a los creyentes. Musa, la paz sea con él, salió de Egipto con su gente y los llevó hacia el Mar Rojo.
Pero el Faraón era traicionero y mentiroso, así que salió en búsqueda de Musa y sus seguidores. Junto al Faraón iban sus soldados, listos para matar a Musa y a los que iban con él. Y una vez más Al-lah, Alabado sea, salvó a Musa, la paz sea con él, y a su gente, ordenándole que golpeara el agua del mar con su bastón, y el mar se abrió en dos, dejando un camino al medio por donde pasaron los israelitas.
Cuándo el Faraón y sus soldados quisieron pasar, Al-lah colapsó las aguas y todos se ahogaron. Antes de morir, el Faraón reconoció que el Dios de Musa era el Único Dios Verdadero, pero ya era muy tarde; así que Al-lah dejó que se ahogara y le dijo, como se menciona en el Corán, que preservaría su cuerpo como ejemplo para las generaciones venideras.
Musa, la paz sea con él, tenía la esperanza de que su pueblo, su gente, volviera a la práctica del Islam como habían hecho sus ancestros, los fundadores de las doce tribus, que luego serían las doce naciones de Israel. Pero la gente de Musa, la paz sea con él, no comprendió la esencia ni el significado del terrible castigo de Al-lah al Faraón en esta vida. Cuando llegaron a costa segura, Moisés, la paz sea con él, se fue a hablar con Su Señor. Sucedió que se tardó en el sagrado valle de Tua, supuestamente en el Sinaí. Cuando por fin volvió, encontró que habían fabricado un ídolo y se lanzaron prestos a adorarlo por el consejo de As-Samiri y atropellaron la autoridad de Arón, el representante de Moisés, la paz sea con él, durante su ausencia.
Moisés, la paz sea con él, se enojó mucho con su gente, con dificultad logró que la gente se arrepintiera de su idolatría; pero de ahí en adelante la rebeldía y el rechazo serían constantes en la relación del pueblo de Israel con Moisés, la paz sea con él, y Al-lah.
Moisés, la paz sea con él, los guió hasta la tierra santa en los alrededores del poblado cananeo de Jerusalén; pero ellos se rehusaron a cruzar el río Jordán alegando que en las inmediaciones de la ciudad santa de Jerusalén vivía gente muy poderosa y valiente, entonces Al-lah ordenó a Moisés, la paz sea con él, que dejara a su gente merodeando fuera de la tierra santa y allí anduvieron perdidos deambulando por cuarenta años, hasta que la generación incrédula y malagradecida pasó y dio lugar a una nueva generación educada en el ambiente sano del desierto y sobre la guía de Moisés. Es así que lograron entrar a la tierra santa aunque Moisés, la paz sea con él, murió antes de que esto sucediera.
Este es un relato breve de lo que sucedió con Moisés, la paz sea con él, y su gente, de cómo Al-lah los liberó de la tiranía del Faraón y de cómo ellos se rebelaban contra el Profeta de Al-lah, Moisés, y su hermano Aarón, la paz sea con ambos. El Sagrado Corán nos relata eso y mucho más.
Le pido a Dios perdón por nuestras faltas. Háganlo ustedes también.
Segundo Jutba
La doctrina del Islam está llena de tolerancia. El Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, y sus Sahaba, que Al-lah esté complacido con ellos, emigraron a la ciudad de Yazrib y allí se encontraron con clanes judíos, y el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, legisló el ayuno de Ashura para confirmar el derecho de los musulmanes al Profeta Moisés, la paz sea con él, por ser este uno de los Profetas del Islam, la paz sea con todos ellos.
De esta historia podemos sacar muchos beneficios, entre los cuales podemos mencionar:
El poder inmenso de Al-lah. La historia de Musa, la paz sea con él, nos muestra muchos ejemplos del gran poder de Al-lah y de Su control absoluto sobre Su creación, como las plagas que envió a Egipto y el asombroso milagro de la división del mar Rojo.
Al-lah siempre protege a Sus siervos. Cuando Musa, la paz sea con él, era sólo un bebé, Al-lah lo protegió de la maldad del Faraón evitando que fuera asesinado. Al-lah también protegió a los creyentes de las plagas que envió a Egipto y los liberó de la esclavitud, sacándolos sanos, salvos y victoriosos de ese país, a pesar de que el Faraón hizo todo lo posible por evitarlo.
La idolatría siempre ha sido dañina. La historia de la humanidad nos ha demostrado que la idolatría es sinónimo de tiranía y abuso.
Para alcanzar el éxito hay que esforzarse y encomendarse a Al-lah. Para alcanzar nuestros objetivos, no solamente tenemos que pedírselo a Al-lah, sino que debemos esforzarnos por alcanzarlos. Al-lah recompensa todo esfuerzo que hagamos.
Los Profetas de Al-lah son seres humanos normales, a los que Al-lah distinguió con Su Mensaje y a los cuales respaldó con milagros.
El verdadero creyente no duda en cumplir con la ley de Al-lah. A pesar de que la misión que Al-lah le encomendó a Musa, la paz sea con él, era difícil y peligrosa, él obedeció inmediatamente.
Todos los Profetas de Al-lah eran musulmanes. Es decir, que todos ellos obedecían a Al-lah y cumplían Su Palabra al pie de la letra.
Los Profetas se constituyen en el prototipo del creyente ideal y son un ejemplo para toda la humanidad. Desde el punto de vista islámico, se considera a los Profetas como seres humanos muy virtuosos, incapaces de desobedecer a Al-lah. Por esto, los musulmanes rechazamos cualquier tipo de relato donde se intente mostrar a los Profetas en situaciones degradantes o indignas, como las mencionadas en algunos libros, considerados sagrados, anteriores al Corán.
El creyente debe buscar la perfección y la constancia en toda tarea que realice. Vemos esto claramente cuando Musa, la paz sea con él, le pidió a Al-lah que su hermano Harun (Arón), la paz sea con él, lo acompañara para hablar con el Faraón, ya que Musa tenía dificultades al hablar. El Profeta Muhammad, sal-lal-lahu ‘alayhi wa sal-lam, dijo: “Las acciones del creyente que más le complacen a Al-lah, son aquellas realizadas de la mejor manera y en forma constante o continua”.
Satanás y sus seguidores no tienen poder real sobre los siervos sinceros de Al-lah. Así, vemos que la magia, y los magos o brujos, no tienen un poder verdadero ante el designio de Al-lah. Como observamos en el caso de Musa, la paz sea con él, quien derrotó a los magos del Faraón.
Los más grandes tiranos de la humanidad han sido todos esclavos de sus propias pasiones y vanidades. La historia humana está llena de ejemplos de muchos tiranos que, llevados por sus propias ambiciones de poder, hicieron cosas terribles contra sus pueblos, como es el caso del Faraón, que no le importó que su gente sufriera mucho con las plagas con tal de hacer lo que quería y no ceder en su orgullo.
La persona debe ser sincera consigo misma en su búsqueda de Al-lah. La sociedad en la que crecemos nos enseña muchos valores negativos, los cuales podemos llegar a creer correctos debido a que la mayoría de la gente los practica; pero la verdad siempre sale a relucir al final, y el verdadero creyente en Al-lah sabe que el buen camino no se consigue siguiendo a las mayorías, sino siguiendo la evidencia racional.
Si queremos recordar u honrar la memoria de una persona piadosa lo debemos hacer con acciones lícitas y mejor si es haciendo algo que nos acerque a la complacencia de Al-lah como hizo el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, al prescribirles a sus Sahaba, que Al-lah esté complacido con ellos, el ayuno para honrar a Moisés, la paz sea con él.
Que Al-lah puede adelantar parte del castigo a los injustos y opresores en esta vida antes de castigarlos en el Infierno. Tal como hizo con el Faraón y con los israelíes, pues al primero lo ahogó y a los segundos los hizo morir deambulando por el desierto y no en la tierra santa.
Que el ayuno de Ashura se hace durante los días noveno, décimo y undécimo del mes de Muharram y que es una Sunna establecida por el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, y no una obligación.
Que el ayuno de Ashura no tiene relación alguna con los macabros y sangrientos actos que realizan los shías bajo el mismo nombre. Es más, estos actos de autoflagelación son una clara violación de varios preceptos legislados por el Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, como el de no dañar ni dañarse, sólo por mencionar uno, además que es una Bid’a (innovación) evidente introducida tardíamente por los shías.
Así pues, aférrense a la cuerda de Al-lah todos y no se dispersen. Sean predicadores del bien y la salvación, que serán recompensados con la complacencia de Al-lah y el Paraíso.
Pidan bendiciones por el Profeta Muhammad, tal como Dios se los ordena: {Ciertamente Al-lah y Sus Ángeles bendicen al Profeta. ¡Oh, creyentes! Pidan bendiciones y paz por él.} [Corán 33:56]
Oh Señor, soy Tu siervo, hijo de Tu siervo y Tu sierva, mis asuntos están en Tus manos, he tratado de llevar a cabo Tus órdenes, Tu decreto sobre mí es justo, Te suplico por todos Tus nombres con los cuales Te has llamado a Ti mismo o lo hayas revelado en Tu libro o lo hayas enseñado a alguien de Tu creación, o lo hayas preservado en Tu conocimiento oculto, que conviertas al Corán en lo que revive mi corazón.
Oh Señor, me refugio en Ti de las preocupaciones y las tristezas, de la debilidad y la vagancia, de la avaricia y la cobardía, del peso de las deudas y de ser dominado por los hombres.
Oh Dios mío perdona a nuestros vivos y a nuestros muertos, a los que están presentes y ausentes, a nuestros niños y ancianos, a los hombres y a las mujeres. Oh Dios mío, a quien des vida que viva en el Islam, y a quien des la muerte que muera en la Fe.